28.12.24
No sé que hora es exactamente. Pero me desperté y empecé a escribir. Vine a la mesa que está afuera de donde nos estamos quedando. Me he sentido un poco triste porque no traje mi laptop y podría estar avanzando mi poemario. Pero no importa, cumplo con mis páginas matutinas.
La mesa es de madera y de “estilo” rústico. Me pregunto si es un estilo ¿o es que así la hicieron? Sin pensar mucho en los detalles, sin preocuparse demasiado porque los bordes terminen perfectamente rectos y lijados. Es encantadora de cualquier forma.
Frente a casita tenemos un patio pequeño pero con suficiente espacio para que entren sillas, hamacas y espacio libre para tirarnos sobre el pasto a tomar sol. Es precioso, hay jacarandás, cactus y pequeñas palmeras bebés. Más allá del muro que delimita la propiedad, de vecinos tenemos a un campo de maíz y la vista al otro lado del valle.
Hasta ahora he observado y escuchado muchísimas aves, pero solo conozco dos: el gorrión de collar rufo y los periquitos verdes, a sus familias limeñas las conozco bien. Mientras te escribo, una vaca vecina nos saluda y se hace presente. En el fondo del paisaje sonoro, como una constante: la caída del río.
Como indicaciones para llegar a nuestro alojamiento tenemos que decirles a las motos que nos dejen donde el río se parte. Nada de avenidas, nada de calles, señor, déjenos por allá donde el río se separa. Su melodía nos acompaña todo el día y toda la noche.
Ni que decirte del cielo y las nubes. Escribía ayer: el celeste del cielo cusqueño es el más profundo que jamás he visto. Son las nubes más pomposas y los cielos más celestes que alguna vez he visto.
La paz que sentimos es solo consecuencia de habitar estos paisajes. El tiempo y los días pasan lento. Al inicio ha sido desconcertante, pero siendo ya el segundo día, nuestro sistema nervioso va entendiendo el ritmo del Valle.
Siempre que vuelvo a la naturaleza, me recuerda el verdadero ritmo y lo que realmente significa estar vivos, ser parte pequeña de un todo.
En la naturaleza también hay caos, y el clima cambia de suave a feroz en cuestión de minutos. Anoche, después de bañarnos, presenciabamos desde el balcón el espectáculo de truenos que se daba al otro lado del valle. Tan lejano que no escuchábamos el rugido del trueno, y eso nos permitía disfrutarlo.
Feroz, enorme, sublime espectáculo natural. Bellísimo caos, hermosa furia. Te escribo en una mañana sumamente tranquila, en contraste.
Ayer mientras atardecía, el viento era tan fuerte que parecía que los árboles se caerían. Ellos me mostraron su solidez, y me dijeron que nada había que temer. El eucalipto, alto y delgado, solo se despeina ante los vientos. Esta mañana: se mece tranquilo.
Observar el paisaje me enseña mucho y a la vez me hace cuestionarme la necesidad de sacarle una lección a todo. ¿Por qué no solo ser a través de todos nuestros climas? Al final del día, no lo controlamos todo, solo podemos prepararnos para el viaje: botas, gorra, agua. Resistencia, voluntad y fiereza.
Te desea fuerza para este 2025,
-poetaviajera (que al fin viajó!)
Bitácora de Viaje
No quería que pase un día más sin escribirte desde el valle. Estos últimos días del año estoy descansando y a la vez, juntando fuerzas. 2025 no será fácil, pero mi espíritu se siente listo para esa aventura. Como seres humanos podemos crear todo lo que imaginamos.
Te deseo un hermoso año nuevo. Pero quiero leerte, cómo vas recibiendo este final de año? Te leo🤍