Son las 4 de la tarde, el sol empieza a agarrar su brocha y a pintar todo de dorado. Es mi hora favorita. De cierta forma y tendré que rastrear de dónde, pero llega a mi la nostalgia. Nostalgia presente, pasada y futura.
Mi hermana menor se gradúa esta semana del colegio: ya tiene 16 años y aún recuerdo cuando la sujeté por primera vez en mis brazos. Yo tenía 8. Hemos pasado muchas cosas juntas, me duele saber que yo también era una niña cuando ella llegó, y como toda niña, no supe manejar mis emociones en innumerables ocasiones. Aún estoy aprendiendo a perdonarme por eso.
Ahora está dormida: hoy salió al medio día porque es su última semana y ya no tienen clases. A esta hora suelo seguir sola en casa, trabajando. Hoy tampoco ha sido un día pesado. Bastante ligero y con espacio para pensar. Puerta entreabierta y la miro dormir, Coffee la acompaña. Me recuerda el año en el que me gradué. Hace 8 años. Recuerdo haber sentido la misma nostalgia que siento hoy.
Recién termino de limpiar la casa después del almuerzo, nos he comprado un pollo a la brasa a las dos, ella, con miedo, me preguntó si también le compraría algo cuando le dije que iba a pedir delivery para almorzar. Busqué algo económico para las dos, y sin gastar mucho, comimos. Quedó feliz.
Duerme y yo pienso: realmente es Diciembre. En Lima empieza a salir sol más seguido, y podemos ir descalzos si queremos. Mientras paseaba a Coffee por la mañana he visto a una señora en short y sin zapatos, a pata, andando en la puerta de su casa, me ha saludado de buen humor y la saludé de vuelta. “Quizá a todos los limeños nos vendría bien ver el sol más seguido” pensé. “Quizá así seríamos más empáticos y menos melancólicos”
Quizás de ahí viene mi tristeza. Estos días, también, estuve releyendo lo que escribo, y he sentido una gota de tristeza manchando gota a gota cada una de mis palabras. No sé si es mancha o es sentir. No sé si es natural o es la edad. No sé si es pena heredada o la ciudad en la que vivo. Quizá es todo, quizá no es nada. Quizá solo ando sobre pensando una vez más.
No lo sé, no todo debe tener respuesta. Solo sé que hoy realmente se siente Diciembre: mi hermana se gradúa, en Lima sale sol, y yo escribo.
Súper bello tu escrito, lo sentí muy profundo, las palabras que usas. Como amas a los de tu alrededor. Te cuento yo también soy hermana mayor, y tengo súper claro las ocasiones donde no fui mi mejor versión con ella, pero eran las que tenía disponibles ¿por qué mejor no pensamos en las veces que hemos sido luz, abrazo, como lo haces en tu escrito? veamos lo bueno, para que se multipique. Te leo con amor desde México.
Estos días también estuve pensando mucho en lo que supone ser hermano mayor. He sentido mucho esa misma nostalgia últimamente, exactamente la misma. Mi hermano crece y yo quería que él creciera para ser dos iguales, un compañero más en mi grupo. Puedo decir que se cumplió aquello que pedí... y no puedo evitar pensar en que yo también crecí y que todo cambiará. La nostalgia casi fatalista - si es que lo queremos ver así - de que todo cambiará. Algún día el acto más mundano de compartir el tiempo juntos haciendo cada uno nuestras cosas no estará, es por ello que trabajo a diario en ser un mejor hermano y en crecer desde aquellas cosas que hice con las herramientas que tuve.
Tqm amiga, gracias por el espacio. Feliz 2024.