19.02.25 - 10:25am
Hace dos semanas que no me siento a escribir estas cartas, y ahora que escribía mis páginas matutinas he caído en la cuenta de ello. Me preguntaba si mi voz creativa ha sufrido algún golpe: alguna discusión que haya puesto en duda mi perspectiva sobre la vida.
Y al contrario, quizás solo no he escrito las cartas porque no lo he hecho. Así de sencillo y directo, sin excusas ni justificaciones. No me he sentado a escribir porque no he abierto la laptop ni el documento donde habitan estas palabras, no he presionado tecla tras tecla hasta que algo salga de este ritual.
Estuve pensando estos últimos días que muchas de mis excusas para no ir por lo que quiero, son mentales. Suceden dentro. La jaula más inquebrantable es la que construimos nosotros mismos a la medida de nuestros miedos. Aprisionados en nuestras propias e auto-impuestas limitaciones. Creencias que un externo nos ha repetido con seguridad y mirándonos a los ojos: “no lo olvides, así no se hace”.
Rutinas, estilos de vida y palabras que podemos o no pronunciar: la verdad es que nada está dicho. Nada es estático y todo lo puedes moldear a tu medida.
¿Quién ha construido tu camino? ¿Estás siendo fiel a lo que tu alma quiere hacer?
Me topé con un tiktok que me inquietó, un meme donde comparaban seguir el camino corporativo mientras deseabas ser artista, con el matrimonio obligado del siglo XIV. Donde las mujeres no teníamos ni voz ni voto para decidir sobre nuestro matrimonio y solo éramos meras transacciones económicas y políticas.
Los comentarios me asombraron: tantas almas artistas que se sentían atrapadas en un mundo corporativo por obligación y necesidad. Que lo entiendo, todos nos sentimos atrapados. Lo sorprendente no es la obligación y la responsabilidad, sino que a veces creemos que una vida llena de arte no puede ir de la mano con nuestro trabajo.
15 minutos de arte te pueden llevar lejos, comenté. Y pensando en lo que yo misma aconsejo, es que ha nacido esta carta. 15 minutos para escribir. 15 minutos para dibujar. 15 minutos de trabajar en mi arte antes de ponerme a cumplir con mis deberes.
Ojalá de 15, pasen a 20 y de 20 pasen a horas creando. Pero mientras tanto, 15 minutos son suficientes para hacer sonreír a nuestro artista interior. Y si nuestro artista interior está feliz, nosotros también lo seremos: no hay persona más infeliz que un artista que no crea.
Te quiere creando al menos 5 minutos,
poetaviajera.
Bitácora de Viaje
Aparte de esta reflexión, tengo mucho que contarles! Que no lo he hecho solo porque no me he sentado a hacerlo. La semana pasada recité por primera vez poemas que escribí frente a un público en vivo y desconocido (Gracias a La Poesía Salva por el espacio!). ¿Pueden creer que no hubo miedo? Realmente se sintió natural y como estar en casa, quizás mi alma lo había soñado tanto que vivirlo no se sintió como una primera vez.
Sigo escribiendo mi primer poemario, entre responsabilidades se va retrasando, pero estoy cansada de darle prioridad a lo que no es prioridad para mi. El trabajo es para solventar mi arte, no para ahuyentarla.
Ustedes que tal andan, ¿cómo balancean sus rutinas creativas y sus responsabilidades? Les leo!
Hace un tiempo que me planteo la pregunta sobre quién soy yo con mi trabajo como instructor de escalada. Leyendo tu carta, se me escapó una sonrisa al preguntarme si lo que imparto hoy en día es una forma de arte más. Mi trabajo no sigue los estándares comerciales de hoy en día, sino que nacen a partir de un corazón dispuesto a dar y simplemente dar. Hay mucha reflexión aquí y que apacible es saber que no estamos solos en este cuestionar de la vida.
después de leer algunos libros de autoayuda espiritual, estoy tomando más conciencia de mi tiempo y lo que quiero hacer con él. Estoy intentando levantarme más temprano para escribir reseñas, limpiar mi bandeja de entrada o estudiar un poco un curso online del MoMA, es muy divertido lo recomiendo.