no se trata de hacerlo más rápido ni mejor
Sobre la inteligencia artificial, Ghibli y el futuro de los artistas.
01.04.25
Cumplí 26 años el mismo día en el que inició este debate. El 25 de Marzo, OpenAi presentó al público su nuevo generador de imágenes. Como parte de su campaña de lanzamiento, Sam Altman -CEO de OpenAi- compartió en X una imagen de él y sus 2 amigos, con el estilo de estudio Ghibli. Un par de días mas tarde, las redes sociales estaban inundadas de fotografías de todos nuestros conocidos al “estilo Ghibli”. Tierno, suave y divertido.
Pero muchos hemos sentido un fuerte sinsabor en la boca. Una incomodidad al ver cómo se masifica un “simple estilo de animación”. Que no es la primera vez que sucede: en TikTok ya existián filtros donde puedes convertirte en un personaje de Disney, o un personaje de los Simpsons.
Si no es la primera vez que esto sucede, ¿por qué genera tanto debate esta vez?
Estuve dandole vueltas al asunto en mi cabeza todo el fin de semana. No es que toda la fandom de Ghibli quiera “gatekeepear” sus películas favoritas. Por ahí no va la cosa.
También se habla de los derechos de autor, pero hasta la fecha, el derecho jamás ha defendido la replica de un “estilo” pictórico. ¿Entonces por qué nos incomoda tanto esta tendencia?
Otros comentarios que se leen en redes hablan de como los artistas estamos fritos. Que la IA, al fin, puede crear arte. Ahí mismo, entre las respuestas, inicia una parte de la disyuntiva: lo que la IA hace no es arte, dicen algunos. “Lo que la IA hace no es más que un remix de imágenes creadas por otros artistas”.
Yo ahí me pregunto, si eso no es eso lo mismo que hacemos los seres humanos.
¿Acaso no buscamos referencias, y las adaptamos a lo que buscamos comunicar? Todo es un remix de todo, y nada es creado de la nada. Todo lo que existe es una referencia de algo que ya ha sido creado. Entonces no debería haber tanto revuelo por estas nuevas tecnologías… ¿verdad?
Otro argumento que he leído, y creo que inicia la verdadera cuestión detrás de todo esto, es que la IA reemplazará a los artistas: que debemos adaptarnos porque lo que se viene es inevitable: la IA puede hacer lo que antes nos tomaba años de aprender, en cuestión de segundos, y mejor que nosotros. Y es verdad.
Todo es cierto: la IA es más rápida, y cada día más precisa, no copia ni piratea, porque lo que hace no es más que un remix de lo que ya existe.
Pero lo que crea no es creado por seres humanos.
Y esa es la única diferencia que he encontrado.
Es ahí, donde realmente nace la incomodidad. ¿Cómo vamos a aceptar que una creación artificial tenga más valor que una creación humana?
Pero creo que no se trata de quién -o qué- puede crear más rápido y mejor que nosotros. Los seres humanos no creamos por eso.
Creamos por lo que el arte le da a nuestro espíritu: la posibilidad de transmutar lo que llevamos dentro en algo que pueda conectar con el otro. Y al hacerlo, realizamos el acto profundamente espiritual de traer una idea a la realidad. Con tus propias manos, a tu propio ritmo, y dejando un pedazo de ti en el proceso.
El valor del arte, para mi, está en el proceso, en la historia, en el mensaje, en el porqué. En lo que haz tenido que vivir para llegar a ese presente en el que te toca sacarlo de ti y transformarlo en otra cosa. Y todo lo que eres, se impregna en tu obra y es lo que le da vida a tu creación y termina conectando con el otro.
Ya decía Miyazaki que la IA no era más que arte sin alma. Pues el alma es eso que la IA no puede imitar, y quizás lo único humano que nos quede en estos tiempos que se vienen.
Vi también, que mientras más trabajos son reemplazados por la IA, nos estaríamos acercando a un futuro parecido al de Wall-E, donde sus rutinas terminaron completamente automatizadas: desde la hora en la que se despertaban, lo que comían y el entretenimiento que consumían. Todo. Automatizado. Quienes aman la productividad pura y dura seguro serán los primeros en celebrar: “¡ya no perderás el tiempo pensando en qué hacer a continuación! ¿no es eso genial?”
Me da esperanza la manera en la que termina la película. Después de todo, aunque su vida fuese la más sencilla de todas, les faltaba algo. No estaban satisfechos. Sí cómodos, más no satisfechos. Eventualmente, volvieron a la Tierra, y volvieron a realizar todas esas actividades que nos hacen humanos: conectar con la naturaleza, crecer en comunidad y crear arte. Aunque cueste y aunque sea una tarea titánica. Lo hicieron porque era lo que se tenía que hacer para volver a vivir. Y se apoyaron en los robots para que hagan tareas repetitivas y físicamente exigentes, más no para reemplazar las actividades que más disfrutaban hacer.
Una vez más, creo que ser humano no se trata de hacer las cosas más rápidas ni mejor. No se trata de ahorrar cada segundo del día, ni optimizarlo tanto que hasta cronometremos nuestros descansos.
Se trata de ser.
Solo ser.
De hacer las cosas porque algo dentro tuyo te pide que lo hagas. Se trata de seguir tu corazón y crear lo que quiere y necesita ser creado.
Y de eso habla Miyazaki en sus películas: habla de seguir tus sueños, de crear tu propio camino, de zambullirte en tu interior para encontrar las respuestas. Habla de la incomodidad y el misterio como parte del camino. Habla de la conexión espiritual que el ser humano tiene con la naturaleza, y critica su destrucción por el simple hecho de la producción y el progreso indiscriminado. Habla de todo lo complejo que implica ser humano, con una visión espiritual y con un arte que ha tomado años en llegar a ser lo que es hoy en día.
Y es justo aquí donde nace la gran incomodidad: en la superficialidad de utilizar una estética que es mucho más que una simple estética. Son años de trabajo, y obras que critican y reflexionan a profundidad sobre lo que significa ser humano.
La IA, hasta ahora, no respeta estos valores, ni los toma en cuenta. Ni los de Miyasaki, ni los de ningún otro artista.
Y creo que ahí nace el debate: ¿te puedes alimentar indiscriminadamente de las creaciones de artistas que van en contra de tu tecnología? ¿No deberíamos poder elegir si queremos participar o no? ¿El progreso por el progreso es valioso? ¿Todo lo que puede ser creado, debe ser usado, sin profundizar sobre el impacto en nuestra humanidad, o en el medio ambiente?
El debate es en esencia ético. Y me encanta que tengamos esta discusión, porque aunque no lo creamos, estos debates definirán cómo queremos vivir como sociedad, como seres humanos. ¿Hasta que punto la IA va a reemplazar las actividades humanas? ¿Que nos pueda reemplazar nos obliga a ser reemplazados?
Ya se viene oyendo: queremos que la tecnología haga nuestros deberes domésticos para nosotros seguir creando y haciendo realidad nuestros sueños; no que la IA reemplace nuestros sueños y nosotros quedarnos sin hacer nada scrolleando en tiktok.
Y aunque la IA lo pueda hacer más rápido y mejor, sus resultados jamás tendrán alma. Porque crear es un acto espiritual y su valor radica en la vida que se nos va en el proceso, y en la vida que se nos devuelve al presenciarla.
Bitácora de Viaje
Mientras terminaba de escribir esta carta en mi bitácora, me preparaba para sacar a pasear a Coffee, mi perro. Recordé como por años -casi toda mi infancia- no podíamos tener un perrito en el departamento, asi que mi mamá me regalaba peluches y juguetes de perros. Recuerdo uno en particular que se movía al presionar un botón en su cabeza, sonaba y ladraba como un perrito. Cobraban vida gracias a mi imaginación y a la tecnología. Eran divertidos, lindos y tiernos. No ensuciaba, ni tenía que pasearlo y no hacía bulla. Los amantes de la IA dirían que por eso el perrito de peluche es mejor: ¡te ahorra tiempo y molestias!
Pero yo sabía que no era de verdad. Y para todos es obvio que no es lo mismo. El peluche no tiene alma, no tiene vida.
Ahora mientras terminaba de escribir, le decía que ya casi termino y que ya vamos a salir: Coffee, de estar serio, pasa a sonreír y puedo ver emoción en su mirada. Nada se compara a un perrito de verdad. Nada se compara al arte creado por humanos. Nada se compara a nuestra propia humanidad. Nada artificial podrá reemplazar a la vida misma.
Porque el punto de tener un perro no es qué tan conveniente es para mi. Es el amor que le damos y nos da un ser vivo tan distinto a nosotros; es el lazo que se produce entre especies, el entendimiento, el aprendizaje y el cariño que se forja con los años. Es la vida que me da y la vida que le voy.
Asi que no sé tú, pero yo seguiré creando, aunque nadie me pague, aunque nadie me lea. Y seguiré apoyando artistas humanos, porque creo en el valor del arte y del proceso. En la artesanía y el espíritu que se le entrega a la obra. Porque lo que me da el arte, la IA me lo quita.
¿Ustedes que opinan? ¿Que reflexiones tienen sobre la IA? Ojala pronto una IA secretaria que me lea la mente y ordene mi agenda, con espacios para crear y para ser productiva.
Una de las opiniones más aterrizadas que he leído sobre el debate de la IA. Disfrute leyendo tu post y me ha puesto pensar. Gracias por compartir tu pensamiento.
Qué interesantes reflexiones . . es la misma respuesta que doy yo cuando se empiezan a hacer estas comparaciones entre el arte "humano" y el arte de la ia:
"El valor del arte, para mi, está en el proceso, en la historia, en el mensaje, en el porqué. En lo que haz tenido que vivir para llegar a ese presente en el que te toca sacarlo de ti y transformarlo en otra cosa. Y todo lo que eres, se impregna en tu obra y es lo que le da vida a tu creación y termina conectando con el otro."
Como tú dices, lo interesante está en lo que hay detrás de ese arte.
Para mí no tiene ningún interés un arte creado por una inteligencia artificial . . a menos que busque algo desprovisto de alma y simplemente decorativo, para lo que quizá la ia pueda ser suficiente.
El problema es que da miedo pensar que la humanidad deje de valorar lo que aporta un ser humano, que a la humanidad le valga con una imagen desprovista de una historia que la acompañe, de una narrativa que la enriquezca y la explique.
Eso no está en nuestras manos.
Yo veo la ia como una herramienta, pero no como un artista que pueda sustituir a las personas . . no al menos para mí.
Veremos cómo evolucionan las cosas...